Wednesday, August 24, 2022

40 días en el Horwitz pt3

 Recuerdo mi primera semana con una sensación extraña de sobreadministración de pastillas. unas pastillas muy grandes, varias, muchas cuyos nombre no sabía. hacíamos fila porque todas estaban imperiosamente anhelando la hora de fumar, y solo después de que todas tomaramos nuestras pastillas podíamos fumar. ya era el segundo o tercer o cuarto día. el tiempo se difumina en pinchazos de lora.

no recuerdo ni donde me sentaba a comer en la mesa mi marraqueta y mi asqueroso te con leche. y estaba Francisca, y la Follow o Believe no cacho, la venezolana, una venezolana chica. todas enlorazepadas. creo que esto fue el cuarto día, porque ya me paraba y transitaba dentro de los límites del cuadrado establecimiento. miraba las paredes. las puertas cerradas. gency durmiendo. mi cama era la número 1, y al lado dormía aquella gorda con lunares cuyos nombres recuerdo su segundo y su apellido, constanza olivares, y yo soy constanza albrecht olivares, entonces ella decidió que yo era su tocaya y que tenía el privilegio de percibir sus clandestinos alimentos. pero aún no sentía hambre yo
empezaron las preguntas
¿por qué estás acá?
comenzaban las respuestas.
una tradición que yo creo, las enfermeras acostumbraban a diario a presenciar. yo no recuerdo que decía yo. creo que decía que tomé muchas clonas y jalaba mucha ciclobenzaprina y me hice muchos tajos en las piernas. tajos frescos, morados. no recuerdo tampoco que me decían las otras. la Follow o Believe o como sea la venezolana, decía que agarró a su hermano a escobazos porque se enojó y le estaban dando risperidona. raro. todas la encontrabamos doble cara. como no había nada que hacer claro que lo único que quedaba era cahuinear sobre quienes éramos o quienes pensábamos que eramos. la francisca tenía unos senos muy grandes. estaba operada. se había hecho la bichectomía y una rinoplastía y los pechos. con ella y Believe, digamosle believe, la venezolana, comenzamos a conversar de cómo íbamos a escapar de este ensordecedor antro del infierno. pero llegabamos a pocas conclusiones.

ese día transcurrió así:

en la mañana nos hicieron ducharnos. yo no tenía ropa, así que me dieron. tampoco tenía para lavarme los dientes. luego dormí. luego me despertaron para ir a comer mi marraqueta con té con leche y tomarme todas estas pastillas que no me acuerdo pero eran grandes y abundantes. luego me acostaban y me picaban lora en el poto. y yo dormía, porque no tenía mucho interés en ir a fumar por el momento. tampoco tenía hambre. estaba demasiado drogada.
dormía hasta que era hora de ir a comer y miraba la comida con asco, y miraba a mis compañeras babear sobre la comida y mirar mi comida y preguntarme si acaso no iba a querer más. yo, somnolienta y bajo los efectos somníferos y tranquilizantes de la lorazepam, les cedía mis restos. y me paraba a seguir durmiendo. y luego dormía hasta que me despertaban para ir a comer otra marraqueta con te con leche. me daba asco la leche. creo que ni me comía la marraqueta. la regalaba
todas se peleaban por la marraqueta

y volvía a dormir, porque no tenía cigarros, ni interés en ir a fumar. y luego me despertaron para ir a cenar. ya ahí era mucho lo que no había comido en el día y comí con un poco más de ánimo. y ya había dormido todo el día, y la lorazepam había pasado, entonces me encontré despierta y semi-lúcida y empecé a charlar con estas chiquillas vecinas de la sala 1. Francisca y Believe. no sé aún si su nombre era ese. pero en nuestro delirio nos amabamos y nos comenzamos a dar besos y decidimos bajar a fumar un cigarro luego de las pastillas de las 9. nos escondimos bajo la escalera mientras un resto anónimo fumaba, y le levantamos la polera a la francisca para ver sus tetas y besarlas, no sé por qué, y besarnos nosotras, sentía el mareo de mi reciente pinchazo y ellas también. el cigarro nos distorsionaba más. nos reimos y nos fuimos a acostar juntas, y francisca decidió que me prefería a mí antes que a Believe y believe se fue a su cama  y yo quedé con francisca y me aproximaba a sus genitales cuando ella dijo, no, aquí no, así no, coni. bueno

me fui a mi cama y dormí. antes de poder dormir escuchaba los ronquidos estruendosos de las mujeres de la sala 1. pero el pinchazo calmaba todos mis pensamientos hasta la inconsciencia.


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